



Un perrillo viejo ya no escucha, ni ve, ni puede hacer las mismas cosas que antes.
Aunque se vuelven gruñones no deben considerarse un estorbo. Necesitan sentirse apoyados y queridos para seguir adelante.
Una vez que se han acostumbrado uno al otro, el afecto mutuo entre personas y perros llega a su fase mas agradable.
Un árbol viejo no se trasplanta.
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