martes, 12 de diciembre de 2006

Mientras agonizo


Mientras agonizo en mi camita me viene a la memoria la novela homónima de Faulkner.
Un momento preciso para recordar un extracto del discurso de Auster acerca de la utilidad del arte (del que me posiciono defensor a ultranza) :

"¿Qué sentido tiene el arte? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados.
En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo".


Pues eso.

1 comentario:

barrilete dijo...

el texto dice con otras palabras parte de mi tesis doctoral... por lo mismo que la investigación para muchos no sirve para nada.... (Javi)http://sonadordepelolargo.blogspot.com/