Es tarde, muy tarde, por la noche. Ádol y yo caminamos por la acera mojada, y yo le cuento algo que creo que ya le he contado antes. No sé qué hora es, ni sé muy bien dónde estoy, pero encontramos mi coche aparcado. Me despido de mi amigo, saco las llaves y entro en el auto. Dos tíos están dentro esperando. Uno tiene la piel oscura o sucia, el otro es rubio, así que lo suyo es suciedad o miedo. —Arranca —me dice Uno. Está sentado a mi diestra, en el asiento del copiloto. Pero esto no es una carrera, ni un rally, me temo. Ni yo soy el Padre. Soy mortal.
—Tengo que pasar por casa del Jaime para una gestión —dice el Otro desde atrás. Una visita al médico, una cosa de drogas, pienso. Que se lleven el coche y no me maten. Saco una navaja de mi bolsillo, la abro en seguida para mi sorpresa, empuñándola con la hoja hacia abajo, y de un golpe violento se la clavo en el hombro al de mi derecha. He fallado, porque quería matarlo. —¡Aaaag, cabrón! —él tiene otra navaja en la mano, me la va a clavar, pero agarro la hoja, que me corta los dedos. La sangre chorrea como cuando me lavo las manos, antes de secarme. El de atrás ya me estrangula, agarrándome el cuello con el brazo. Esto no va bien, nada bien. Grito y me despierto a mí mismo. Vuelvo a cerrar los ojos. Estamos otra vez en el coche.
La navaja no es buena idea. Aprieto el botón de llamada de mi teléfono móvil, sin sacarlo del bolsillo del pantalón. Espero que la última persona a la que llamé, que recibirá la llamada, oiga algo y avise a la policía. Sonsacaré a los manguis. Preguntaré: “¿Por dónde voy? ¿Por la calle del Pez o por la de la Luna?”. Pero Láinez, el último al que telefoneé, no es muy listo, y empieza a gritar: —¡¡¡¿Quién es?!!! ¡¡¡¿quién es?!!! —los tipo s lo oyen y sus caras empiezan a decir lo peor. Esto va mal, muy mal.
jueves, 19 de abril de 2007
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5 comentarios:
Al puro estilo Carretera perdida con mis miedos como copilotos.
En el estreno de Carretera Perdida (por cierto éramos 5 en el cine) me acuerdo que al acabar la función se levantó una persona humana de su asiento y le oí farfullar: " menuda mierda, no he entendido nada"..
Amiguetes, no por no entender una pintura de Pollock nos debe parecer una cagada.
El sueño es bonito a la par que produce un desasosiego...
es dificil hablar de carretera perdida, supongo que a cada uno le produce una impresion de indole dispar. confieso que tampoco lo entendi y creo que eso es lo que deseaba el director, que no la entendiese ni dios, el caso es que impacta y crea un estado de preocupacion constante, no estamos acostumbrados al desorden, al caos y a lo desconocido...
Podrías haber comentado que esto es de Fernando Alfaro
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