lunes, 15 de enero de 2007

Las palmeras salvajes



No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejó de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena.

1 comentario:

barrilete dijo...

Razones para mantener una existencia placentera y sin quebraderos de cabeza. No penchar.... Desacertada frase de domingo frente a un parchís. La autoría corresponde a alguien próximo.